Hace unos días vi la película Koyaanisqatsi. No tenía grandes espectativas pero se ha convertido en una de mis favoritas. Como comunista, sentí satisfacción al ver el retrato tan mordaz que nos ofrecía de nuestra sociedad. Respecto a esto, quería destacar tres escenas:
    En una se ve el interior de una bolsa de valores (a cámara rápida) en el que las personas eran mostradas de manera translúcida, lo que yo interpreté como que los esclavos del capitalismo son gente sin fondo, que siguen ciegamente la meta del dinero.
    En otra, nos presentan una familia (madre y dos niños) mirando una serie de televisores, mientras la madre y el hijo mayor contemplan absortos las imágenes, el bebé mira hacia otro lado (señalando su inocencia y que aún no ha sido impregnado de la toxicidad del sistema).
    Por último, hay una comparación entre personas andando por una calle y salchichas avanzando por una cinta transportadora. En estas impactantes imágenes se puede ver como de simple es el ser humano: en un sistema que promueve y defiende la individualidad frente al colectivismo, todos sus miembros avanzan en una misma dirección sin a penas cuestionarlo (consumir).
    Tras el visionado (y algo menos durante él) realicé una serie de dibujos:






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